Eine Karte und Eindrücke / un mapa y impresiones
Das war ein bunter Mix, von Pilgern aus ganz Europa, die ich auf der zweite Etappe angetroffen habe. Mal von Anfang an erzählt. Bevor ich Grado verlasse, kaufe ich in dem Wissen, dass ein anstrengender Anstieg bevorsteht und es erst nach gut 10 Kilometern die erste Quelle gibt, nochmal Wasser im Supermarkt. Hinter mir sind zwei Tschechinnen, ebenfalls im Supermarkt, die erste kurze Begegnung.
Die nächsten Pilger treffe ich am Anfang des Anstieges der bei Kilometer 3,8 beginnt. Es ist ein Paar aus Norditalien und wir unterhalten uns eine Weile auf Englisch. Im weiteren Verlauf treffe ich auf eine Familie aus Wales, die auf Ihrer ersten Pilgertour unterwegs ist. Den Rest des Anstieges bis Kilometer 7,9 lege ich allein zurück. Oben angekommen, sind die ersten 1 1/2 Stunden um und die ersten 350 Höhenmeter liegen hinter mir. Die Aussichten über das grüne Asturien haben den Aufstieg etwas einfacher gemacht.
Wo es hoch geht, geht’s auch wieder abwärts. Ich komme durch das erste Dorf und freue mich nach 9,1 Kilometern mal den Untergrund vom Asphalt der Straße auf einen Waldboden wechseln zu können. Es geht an einem Bach vorbei, der Weg daneben ist mit viel Schlamm bedeckt und ich bin dankbar für meine Wanderstöcke. So komme ich nach 10,4 Kilometern zur Quelle und fülle meine Wasserflaschen wieder auf. Es geht erstmal flach weiter, bis neben einer Autobahnbrücke ein steiler Abstieg beginnt. Wo die Autos geradeaus über die Brücke fahren, steigen hier die Pilger ab, um dann wieder auf der anderen Seite hoch zu müssen.
Vor dem Aufstieg komme ich erst an einer Plantage für Kiwi vorbei, dann treffe ich in einer Picknickzone ein Paar aus Madrid. Sie picknicken gerade und bieten mir ein Paar Kirschen an. Diese Mentalität der Spanier, es wird geteilt was da ist, finde ich sehr angenehm. Wir quatschen ein wenig und ich setzte meinen Weg bis zum Dorf Cornellana fort.
An einer Bar spreche ich Spanisch mit einem anderen Pilger, den ich gestern schon gesehen hatte, wie sich dann herausstellt kommt er aus England. Ich gönne mir einen Milchkaffee und ein Stück Tortilla bevor es weitergeht. Am Ortsrand liegt ein hübsches Kloster und viele Spanier die wohl einen Malkurs belegt haben, versuchen das Bauwerk aufs Papier zu bringen. Hinter dem Kloster führt der Weg dann wieder auf die Höhe der Autobahnbrücke.
Am Ende des Anstiegs treffe ich mal wieder auf einen Spanier, diesmal aus Galizien und wir legen, geschätzt 2 Kilometer zusammen zurück. Ich bin wohl etwas zu schnell für Ihn unterwegs. So verabschieden wir uns, tauschen aber vorher noch die Namen aus, Chema heißt der Er, falls wir uns auf dem Camino wiedersehen, haben wir einen Namen. Ich schaue mal auf meine App und stelle fest, es bleiben noch 6,8 Kilometer Wegstrecke. Hätte ich nicht gedacht, es hilft nicht, weiter geht’s. Auf den nächsten Kilometern treffe ich dann nochmal auf den Engländer vom Mittag, später auf zwei Polinnen und dann auf einen jungen Polen, der auch Spanisch spricht. Gegen 15:30 Uhr geht eine landschaftlich sehr schöne und kurzweilige Etappe zu Ende.
En la segunda etapa me encontré con una colorida mezcla de peregrinos de toda Europa. Empecemos por el principio. Antes de salir de Grado, compro más agua en el supermercado, sabiendo que me espera una subida agotadora y que el primer manantial está a unos 10 kilómetros. Detrás de mí hay dos mujeres checas, también en el supermercado, el primer breve encuentro.
Encuentro a los siguientes peregrinos al comienzo de la subida, que empieza en el kilómetro 3,8. Es una pareja del norte de Italia. Es una pareja del norte de Italia y charlamos un rato en inglés. Más adelante, encuentro a una familia de Gales que realiza su primera peregrinación. El resto de la subida hasta el kilómetro 7,9 lo hago solo. Una vez en la cima, la primera hora y media ha pasado y los primeros 350 metros de subida han quedado atrás. Las vistas sobre la verde Asturias han hecho la subida un poco más llevadera.
Donde sube, también vuelve a bajar. Paso por el primer pueblo y, tras 9,1 kilómetros, me alegro de poder cambiar la superficie de la carretera asfaltada por el suelo de un bosque. Paso junto a un arroyo, el camino que hay al lado está cubierto de barro y doy gracias por mis bastones. Después de 10,4 kilómetros, llego al manantial y relleno mis botellas de agua. El camino sigue llano hasta que comienza un pronunciado descenso junto a un puente de autopista. Mientras que los coches pasan directamente por encima del puente, los peregrinos descienden por aquí y luego tienen que volver a subir por el otro lado.
Antes de la subida, paso primero por una plantación de kiwis y luego me encuentro con una pareja de Madrid en un merendero. Están haciendo un picnic y me ofrecen un par de cerezas. Me gusta mucho la mentalidad española de compartir lo que hay. Charlamos un poco y continúo mi camino hacia el pueblo de Cornellana.
En un bar, hablo español con otro peregrino que ya había visto ayer, que resulta ser de Inglaterra. Me tomo un café con leche y un trozo de tortilla antes de continuar. Hay un bonito monasterio a las afueras del pueblo y muchos españoles, que deben de haber hecho un curso de pintura, intentan pasar el edificio a papel. Detrás del monasterio, el camino vuelve a subir hasta el puente de la autopista.
Al final de la subida me encuentro con otro español, esta vez gallego, y recorremos juntos unos 2 kilómetros. Probablemente voy demasiado rápido para él. Así que nos despedimos, pero antes intercambiamos nombres, Chema es su nombre, por si nos volvemos a encontrar en el Camino, ya tenemos nombre. Echo un vistazo a mi aplicación y veo que aún quedan 6,8 kilómetros. No lo pensé, no sirve de nada, sigamos. En los siguientes kilómetros, me topo con el inglés de la hora de comer, luego con dos mujeres polacas y después con un joven polaco que también habla español. Hacia las 15h30, termina una etapa muy pintoresca y entretenida.